Vivimos en una época en la que instalar una app para absolutamente todo se ha vuelto una costumbre. Tenemos aplicaciones específicas para escanear documentos, para hacer listas, para leer noticias, para grabar audios, hacer deporte, traducir, organizar la agenda o incluso meditar.
Pero, ¿y si te dijera que gran parte de esas funciones ya vienen instaladas en el iPhone desde el primer día? Lo mejor de todo es que es totalmente real. No te estoy engañando. Lo he probado y te cuenta mi experiencia.
Durante una semana me propuse el radical experimento de usar únicamente las apps nativas del iPhone, sin recurrir a ninguna app de terceros.
¿Se puede vivir solo con las apps nativas del iPhone?
Empecé desinstalando todas las aplicaciones que no fueran originales de Apple. Adiós a WhatsApp (sustituido por iMessage y FaceTime), adiós a Spotify (usé Apple Music), y también me despedí de Google Maps, Notion, Gmail y muchas otras. Solo quedaban las apps que el iPhone incluye por defecto, muchas de las cuales llevaba mucho tiempo sin abrir. Es cierto que a primera vista puede parecer limitante, pero en mi caso, que nunca he desterrado por completo las aplicaciones nativas de iOS, no ha sido tan difícil. De hecho, he descubierto que es totalmente posible vivir utilizando solo las apps nativas, ya que Apple tiene todo pensado para integrarse entre sí.
La app Notas, por ejemplo, fue la primera gran sorpresa. Sin entrar en comparaciones con Notion u otras alternativas, es rápida, sincroniza en iCloud de forma impecable, por lo que la tengo actualizada en mi MacBook al momento. Además, permite crear listas, escanear documentos, añadir imágenes y hasta dibujar. Para el uso diario, superó con creces lo que había encontrado en apps más complejas. Lo mismo ocurrió con Recordatorios. Organizar tareas por días, añadir alertas, y compartir listas con otros contactos fue mucho más sencillo de lo que imaginaba. Y lo mejor es que todo se sincroniza con el Apple Watch y el Mac de forma automática.
La app Archivos también resultó ser mucho más útil de lo que recordaba. La uso a menudo pero esta semana la pude explorar en profundidad y pude organizar documentos, acceder a mi cuenta de iCloud Drive y hasta previsualizar PDFs sin necesidad de ninguna otra app. Safari fue otra pieza clave del experimento con sus grupos de pestañas, lector integrado y las extensiones. Diría que fue la mejor, porque pude olvidarme de Chrome, que consume más batería y no me termina de convencer. La experiencia de navegación fue limpia, rápida y muy bien optimizada para el hardware del iPhone.
Para comunicarme, iMessage y FaceTime cumplieron con lo básico, aunque reconozco que sin WhatsApp o Instagram se pierde mucho contacto social. Sin embargo, si toda mi agenda usara un iPhone, probablemente podría prescindir de esas plataformas sin problema. Apple Music, por su parte, me conquistó con una interfaz más limpia y atractiva que Spotify, además de una reproducción musical en mayor calidad.
La app Salud es otro de esos tesoros escondidos. No solo recopila datos de pasos y entrenamientos, sino que permite llevar el control del sueño, revisar la frecuencia cardiaca, la salud auditiva, e incluso registrar tu estado emocional, algo que pocas apps de terceros hacen tan bien sin bombardearte con suscripciones.
Lo peor de las apps nativas del iPhone
Lo peor, si duda, fue la falta de personalización. Aunque Apple ha mejorado en este aspecto, muchas apps nativas siguen sin ofrecer opciones avanzadas que sí encuentro en otras alternativas. Por ejemplo, Calendario funciona perfectamente, pero le faltan más opciones de widgets para la pantalla de inicio.
No voy a eliminar definitivamente todas las aplicaciones de mi iPhone, pero esta prueba me ha hecho ver de manera tangible que, a veces, menos es más, y en el ecosistema de Apple, eso tiene todo el sentido del mundo.