Si eres usuario de Apple, muchas veces habrás compartido cargadores entre tus dispositivos, sin preocuparte demasiado por las diferencias de potencia que tienen. Uno de los casos más habituales es usar el cargador del iPad para cargar un iPhone y estoy seguro de que más de una vez lo has hecho y debes saber que podría tener consecuencias a largo plazo en la salud de la batería del iPhone.
Ambos dispositivos utilizan cable Lightning o USB-C, dependiendo del modelo, por lo que a simple vista no parece haber ningún inconveniente en intercambiarlos. ¿Realmente es malo usar el cargador del iPad con un iPhone? ¿Podrías estar acortando la vida útil de tu batería sin saberlo?
Diferencias entre un cargador de iPad y uno de iPhone
Para responder a esta pregunta hay que entender primero las diferencias técnicas entre ambos cargadores. El adaptador de corriente estándar de un iPhone suele ofrecer una potencia de salida de 5W o, en versiones más recientes, 20W. Por su parte, el cargador de un iPad Pro puede entregar hasta 30W. Esta diferencia es sustancial, y aunque el iPhone tiene la capacidad de aceptar una carga rápida gracias al protocolo USB Power Delivery, lo cierto es que no todos los modelos aprovechan toda esa potencia extra, y forzarlo de manera constante puede generar más calor del habitual.
El calor es precisamente uno de los principales enemigos de las baterías de litio. Aunque el iPhone es capaz de gestionar automáticamente la cantidad de energía que recibe para proteger sus componentes, cargarlo de forma continua con un adaptador más potente de lo necesario puede generar un aumento de temperatura sostenido. Esto, a la larga, podría influir en el desgaste de la batería. Apple incluye protecciones tanto en el software como en el hardware para evitar daños inmediatos, pero eso no significa que no haya efectos a largo plazo si este hábito se mantiene en el tiempo.
Entonces, ¿es perjudicial?
Dicho esto, no hay razón para alarmarse si de vez en cuando utilizas el cargador de tu iPad para darle un impulso rápido al iPhone. De hecho, Apple reconoce que sus dispositivos son compatibles entre sí en este aspecto. Pero el problema empieza cuando esa práctica se convierte en rutina diaria. La batería del iPhone está optimizada para funcionar con su propio cargador o con alternativas de potencia similar, por lo que emplear adaptadores más potentes todos los días puede acelerar la degradación química de la batería. Esto se traduce en una pérdida progresiva de autonomía y, en última instancia, en la necesidad de reemplazarla antes de tiempo.
Hay otro detalle a tener en cuenta: los cargadores de terceros que imitan al del iPad, pero que no son certificados por Apple (es decir, que no tienen la etiqueta MFi). Estos cargadores pueden prometer una carga rápida o superior, pero en muchos casos no respetan los protocolos de seguridad, lo que aumenta aún más el riesgo de dañar tu dispositivo.
Lo ideal, si quieres alargar la vida de tu iPhone lo máximo posible, es usar su cargador original o uno de potencia equivalente y certificado. Si necesitas cargarlo rápidamente, puedes recurrir puntualmente al cargador del iPad, pero evitando que esto sea lo habitual. Y, por supuesto, es recomendable que actives la carga optimizada desde los ajustes del sistema, una función que ayuda a reducir el desgaste aprendiendo tus rutinas de uso y limitando la carga hasta justo antes de que vayas a usar el dispositivo.