Hoy todo gira en torno a estar conectados, con notificaciones que no paran de llegar, mensajes que exigen respuesta inmediata y redes sociales que se actualizan cada tres segundos. Pero, ¿qué pasaría si apagamos internet en el iPhone durante un día entero?
No se trata de ponerlo en modo no molestar, sino de desactivar completamente el WiFi y los datos móviles. Modo avión sin excusas, pero con el iPhone funcionando. Lo hice durante 24 horas y el resultado me dejó muy sorprendido.
Aplicaciones que funcionan sin internet
La idea surgió como un reto personal, cansado del constante ruido digital. Quería saber qué funciones del iPhone siguen teniendo sentido cuando internet desaparece. Spoiler: muchas más de las que imaginamos, aunque con matices. A las 9:00 de la mañana desactivé todo. Nada de datos móviles, nada de WiFi, nada de Bluetooth conectado a redes (perdí también la conexión con mi Apple Watch). Solo yo y un iPhone reducido a su esencia más básica.
Lo primero que noté fue el silencio. Ni una sola notificación durante toda la mañana. Ni WhatsApp, ni Instagram, ni correos, ni alertas de apps. Y en vez de generarme ansiedad, me sentí liberado. Lo curioso es que el móvil dejó de sentirse como una potente distracción y pasó a ser una herramienta. Volví a usar la app de Notas para escribir ideas rápidas, revisé mi lista de tareas en Recordatorios, marqué cosas en el Calendario (que, por cierto, sigue funcionando sin conexión aunque deja de sincronizarse en otros dispositivos), y consulté la app de Archivos para leer PDFs que tenía guardados.
Eso sí, si no tienes nada descargado previamente, puede ser más complicado. Apple Music, por ejemplo, se vuelve inútil si no tienes canciones descargadas. Lo mismo con Netflix, YouTube o cualquier otra plataforma de streaming. El truco está en anticiparse, por lo que todo lo que hayas guardado localmente, en el dispositivo, funcionará sin problemas, incluso libros de Apple Books, siempre que estén almacenados en el dispositivo.
Me sorprendió para bien la app de Mapas de Apple. Si bien necesita conexión para trazar rutas, puedes ver mapas guardados en la memoria caché, al menos de zonas que hayas visitado recientemente. No es ideal para explorar zonas nuevas, pero puede sacarte de un apuro si te pierdes por tu barrio.
La cámara, cómo no, sigue siendo 100% funcional. Durante esas 24 horas hice más fotos que en una semana entera. Me centré en el encuadre, en la luz, en el momento, sin la presión de tener que subirla a Instagram o enviarla por WhatsApp. La galería sigue activa, así que puedes editar imágenes, recortar vídeos e incluso añadir filtros.
Lo que realmente echas en falta son servicios como el tiempo o las noticias. Entras en la app de tiempo por inercia, pero verás que no carga ningún dato metereológico. Ahí te das cuenta de hasta qué punto el iPhone está diseñado para depender de la nube. Y cómo, sin conexión a la red, se transforma en otra cosa: un bloc de notas muy avanzado, una cámara potente o un reproductor de música offline. Es decir, es más una herramienta que un dispositivo para conectarnos con los demás.
Al día siguiente, al volver a conectar todo, el móvil comenzó a recibir una cantidad abrumadora de notificaciones en segundos, y lo curioso fue que muchas me parecieron irrelevantes. Es como si ese apagón me hubiese dado perspectiva sobre qué vale la pena atender y qué no. Incluso desactivé algunas alertas para siempre.