Pasar un día en la montaña sin cobertura puede parecer una desconexión idílica para muchos. De hecho, para mí lo es, pero también es una situación donde un paso en falso puede resultar en un problema serio. Por eso decidí poner a prueba al Apple Watch en una de las rutas más populares de la Sierra de Guadarrama: la subida a Peñalara pasando por la Laguna Grande.
Sin iPhone, sin cobertura móvil, solo con el Apple Watch Series 7 en la muñeca, GPS activado y batería cargada. ¿Puede realmente este reloj convertirse en un aliado fiable en plena naturaleza? Lo mejor de todo, es que no necesitas aplicaciones para guiarte.
¿Funciona el Apple Watch en la montaña?
La caminata empezó temprano. Desde el aparcamiento de Cotos, a 1.830 metros de altitud, activé el modo de entrenamiento de senderismo y marqué el punto de inicio con la función “Retroceder”. Esta opción, disponible en la app Brújula del Apple Watch, registra automáticamente el recorrido para poder volver sobre tus pasos si te pierdes. Ya solo por esto, la sensación de seguridad era superior a cualquier que he sentido probando otros dispositivos.
Durante el ascenso hasta la Laguna Grande, el Apple Watch no solo registró la distancia, el desnivel y el ritmo, sino que me permitió seguir atento a la hidratación y el pulso sin sacar el móvil ni una sola vez. Aunque la conexión móvil desapareció poco después de iniciar la ruta, el reloj siguió utilizando el GPS interno para mapear el recorrido con precisión. Los datos, almacenados en el reloj, se sincronizan después con el iPhone al volver a tener conexión. Pero lo interesante aquí es que, en todo momento, me sentí monitorizado, como si no estuviera realmente “a ciegas”.
Una de las sorpresas que me llevé fue el altímetro en tiempo real, que me ayudó a estimar cuánto quedaba de subida. Además, cada vez que me paraba, podía consultar rápidamente los niveles de oxígeno en sangre, la frecuencia cardiaca y la temperatura sin necesidad de abrir ninguna app. Todo estaba integrado de forma nativa, bien presentado y con una usabilidad que, en entornos de montaña en los que la comodidad escasea, marca la diferencia.
Al llegar a la Laguna Grande, el silencio era total. Nada de redes sociales, notificaciones ni llamadas. Solo el sonido del viento entre los pinos y las voces de aquellas familias que, como yo, habían emprendido la aventura el pasado domingo. Pero el Apple Watch seguía funcionando como si estuviera en casa, registrando mi ruta y marcándome el camino. Incluso pude consultar la brújula para orientarme hacia el siguiente destino, el sendero que sube hacia el mirador de Peñalara.
App de Brújula del Apple Watch
En el descenso, decidí activar la función de “Retroceder” por seguridad. No era necesario, ya que el camino estaba bien marcado, pero me apetecía comprobar si realmente funcionaba de cara a este artículo. Y sí, al seguir las indicaciones en pantalla, el reloj me guió de forma clara por el mismo camino de subida sin pérdida posible. Incluso en zonas más confusas, con cruces de caminos, no perdió la precisión.
La batería, otro de los puntos que más dudas genera en rutas largas, aguantó sin problema. Al terminar, después de más de cinco horas de actividad intensa con GPS activado, aún quedaba un 35 % de carga. Y eso que utilicé el modo de localización precisa todo el tiempo. Me aguantó para llegar a casa en la noche y ponerlo a cargar antes de dormir.
Es verdad que ya lo había probado antes en situaciones similares, pero no durante tanto tiempo, y corroboré que su papel como herramienta de seguridad es brillante. En la montaña, cualquier despiste puede ser un problema grave y, dado que solemos estar desconectados de la sociedad, contar con un dispositivo así puede ser de gran ayuda si nos perdemos o tenemos un accidente.
No sustituye el sentido común ni la planificación, pero puede darte esa tranquilidad extra que, en la montaña, a veces lo es todo.