Apple ha lanzado productos de audio muchas veces a lo largo de su historia. Desde el mítico stand altavoz del iPod, hasta los HomePod, pasando por todos los dispositivos Beats que se han vendido desde que los de Cupertino compraron la marca en 2014. Los californianos tienen bastante experiencia en sonido, por lo que cabría esperar que pusiesen todo su empeño en llevar su línea de altavoces inteligentes a lo más alto. Sin embargo, tras haber utilizado tres modelos de HomePod, puedo decir que no entiendo este producto. No es algo malo, simplemente no acabo de ver de que forma mejora la vida de la gente, que es el mantra que siguen todos los productos Apple.
Cuando los de Cupertino lanzaron el primer HomePod, como apasionado del sonido y de la música que soy, me lo compré. Fue en la Worldwide Developers Conference del año 2017 el momento de presentarlo al mundo, aunque con el aviso de que no se podría adquirir hasta febrero de 2018. La espera se hizo eterna, aunque sirvió para reafirmarme en mi convicción de lo impresionante que tenía que ser el HomePod si lo habían presentado con tanta antelación. Llegó el día, apareció el mensajero en casa con una caja demasiado grande, hice el unboxing y lo configuré. Hasta ahí todo bien. Quien haya configurado un HomePod sabe que tiene un toque “mágico” muy logrado. Es una mezcla entre la configuración de los AirPods y la del Apple Watch.
HomePod: un producto que no se entiende
Pero ahí se acabó la magia. A partir de ese momento, todo lo que podía funcionar mal, funcionaba mal. Siri era lenta, se equivocaba, el HomePod se conectaba y desconectaba de la Wi-Fi, lo que lo convertía en un muy bonito pisapapeles, etc. Podía tardar 10 o 15 segundos en procesar cualquier petición, y eso no es lo que yo tenía en mente cuando pensaba en el altavoz inteligente líder. Menos si lo fabricaba Apple. Al final acabé optando por lo que acaba haciendo todo el mundo, que fue centrarme en la parte del altavoz, y dejar de lado lo de “inteligente”. Empecé a utilizarlo simplemente como reproductor de música, porque hay que decir que la calidad de sonido es realmente buena.
El HomePod mini funciona algo mejor, ya que tiene un chip bastante más potente. Aun así, su problema es que la calidad de sonido no está ni remotamente cerca de la de su hermano mayor. Y llegó el HomePod 2, que esperaba que fuese la solución a todos mis problemas. Sobre el papel, combinaba la rapidez del HomePod mini con la calidad de sonido del HomePod original, y eso era lo que estaba buscando. Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que sonaba peor que el HomePod original. Fui a mirar las especificaciones técnicas y efectivamente los de Apple habían reducido el número de tweeters, y eso hacía que el sonido no fuese tan claro.
Por eso, a día de hoy sigo sin entender este producto. Arreglarlo hubiese sido tan fácil como fabricar el mismo HomePod 1 pero con el chip del HomePod mini. Pero en vez de eso, los de Cupertino se han complicado rediseñando el producto para que suene peor que una misma versión que se lanzó cuatro años antes que la nueva.