Apple está dando un paso estratégico del que tardaremos tiempo en calcular su impacto, con la adopción de una tecnología que promete revolucionar su ecosistema. Los chicos de Tim Cook se ven decididos a romper con Broadcom y adoptar sus propios chips Wi-Fi en el iPhone 17, que será presentado en septiembre de 2025.
Según el conocido analista Ming-Chi Kuo, el próximo modelo de iPhone incluirá por primera vez un chip Wi-Fi 7 diseñado por la misma Apple, en un movimiento que busca reforzar su independencia de proveedores externos y optimizar la experiencia de sus usuarios.
Antena Wi-Fi creada por Apple
El estándar Wi-Fi 7, que se espera en dispositivos Apple para 2025, promete una notable mejora en la velocidad y estabilidad de las conexiones inalámbricas. Este nuevo chip, que sería producido por TSMC utilizando el proceso de fabricación de 7 nanómetros, asegura menor latencia y un mejor rendimiento en entornos congestionados. En la práctica, esto supondrá llamadas más claras, tiempos de carga de datos más rápidos y una experiencia en línea mucho más fluida para el usuario promedio de iPhone.
Apple también planea integrar estos chips Wi-Fi en otros productos en los próximos tres años, aunque parece que dispositivos de menor tamaño, como el Apple Watch, podrían requerir diseños específicos que aún no se contemplan. Este giro hacia chips propios no solo permite a Apple reducir costes, sino que también incrementa la coherencia y fluidez de su ecosistema, ofreciendo una ventaja competitiva en términos de integración de hardware y software.
Apple sigue su estrategia de independencia tecnológica y planea introducir su propio chip Wi-Fi 7 en el iPhone 17, ofreciendo conexiones más estables y rápidas. Ming-Chi Kuo adelantó la noticia en Twitter, y aunque los detalles son escasos, su credibilidad respalda la idea de un avance real en esta dirección, por lo que aunque hay que coger con pinzas esta información, es bastante fiable.
Chips más eficientes y seguros
Además de la posible reducción de costes y dependencia externa, el uso de chips Wi-Fi diseñados por ellos mismos le permite a Apple un control más directo sobre su rendimiento y seguridad. Esta autonomía se traduce en una experiencia de usuario más ajustada a los estándares de la compañía, y permite que los dispositivos Apple funcionen de manera óptima en su ecosistema cerrado, sin preocuparse por posibles incompatibilidades con el hardware de terceros.
Este enfoque ya le ha dado grandes beneficios a Apple, como hemos visto desde que introdujo sus chips de la serie M en los Mac, que han mostrado una mejora sustancial en cuanto a potencia y eficiencia, en comparación con los anteriores procesadores de Intel. Aunque el paso hacia chips Wi-Fi propios es menos notorio, el impacto en el rendimiento a largo plazo podría ser significativo, especialmente en un mercado cada vez más orientado a la transmisión de datos en tiempo real.
Apple ha decidido apostar por la independencia tecnológica, rompiendo su vínculo con Broadcom tras años de disputas legales. Este movimiento, parte de un plan estratégico, busca optimizar su ecosistema con un mayor control sobre sus chips, lo que promete ofrecer a los usuarios una experiencia más fluida, segura y de alto rendimiento.