Apple ha hecho todo lo posible por lanzar una actualización de iPad Pro lo suficientemente buena como para convencer a los que todavía utilizamos su versión de 2018 de que por fin es hora de actualizar. No cabe duda de que el iPad Pro con chip M4 es muy atractivo, pero ello no quiere decir que sea suficiente para justificar su compra. Personalmente, no creo que haya todavía motivos para actualizar, aunque depende del uso que le dé cada uno. Apple hizo un iPad Pro muy bueno con el rediseño que planteó en 2018, y a los de Cupertino les va a costar mucho lograr que algunos demos ese paso a la última generación del iPad más potente y caro de la empresa de la manzana mordida.
Tras un 2023 en el que no hubo ni un solo lanzamiento de iPad, fue en mayo de este año cuando los de Cupertino decidieron tirar la casa por la ventana e ir con todo con este nuevo iPad Pro con chip M4. No solo es el dispositivo de Apple más delgado de su historia —más incluso que el Apple Pencil Pro—, sino que es el primer —y, de momento, único— dispositivo Apple con el chip M4, así como con un sistema Tándem OLED que permite disfrutar de una pantalla prácticamente perfecta para todo lo relativo al consumo de contenido, series, películas, juegos, etc.
No es malo, pero no merece la pena
Sin embargo, al menos a mi, no me parece lo suficientemente mejor que mi iPad Pro de 2018. Es cierto que la pantalla está a años luz, pero no utilizo mi iPad Pro para consumir contenido. Para eso tengo un MacBook Pro con chip M3 y la mejor pantalla de portátil del mundo. El iPad Pro lo utilizo fundamentalmente como segunda pantalla de Mac y, sobre todo, para hacer apuntes y esquemas de la universidad. Y para eso no necesito ni la mejor pantalla, ni un chip M4, ni que sea el dispositivo más delgado de la historia de Apple. Tengo un Apple Pencil 2 que cumple su función más que de sobra, y no me aportaría mucho el nuevo Apple Pencil Pro.
El iPad sigue adoleciendo del mismo error conceptual en el que lleva cayendo los últimos años. De nada sirve equiparlo con un chip M4, cuando está mucho más limitado por su sistema operativo. Es evidente que en Apple no quieren que el iPad canibalice las ventas de Mac, y por eso evitan medidas como lanzar macOS para iPad, o al menos algo similar.
El problema es que eso pone al iPad y a su sistema operativo iPadOS en una suerte de tierra de nadie, en la que ni se parece lo suficiente al Mac, ni es tampoco un iPhone grande y sin llamadas, como hace unos años. Al final no es ni una cosa ni la otra, y eso hace que el dispositivo se pierda un poco. Habrá que ver si los de Cupertino son capaces de ubicarlo en un espacio lo suficientemente grande como para que crezca. De lo contrario, será difícil levantar sus ventas.