AppleCare+ es el servicio de protección a todo riesgo de Apple. Es un seguro que se paga al momento de comprar el iPhone, el Mac, el iPad, etc o mes a mes hasta que se quiera cancelar y que cubre roturas accidentales y —de forma opcional— la pérdida o el robo del teléfono o de cualquier otro dispositivo Apple para el que se adquiera. Su coste depende mucho del precio de lo que hayamos comprado, y de la posibilidad de que se nos pierda o se nos rompa accidentalmente. No cuesta lo mismo el AppleCare+ de un iPhone que de un HomePod. Sin embargo, puedo decir con total seguridad que en el cálculo del coste-beneficio, se trata de la mejor inversión —de lejos— que he hecho nunca.
Suelo ser bastante cuidadoso con mis compras. Rara vez se me cae el iPhone, y nunca lo pierdo de vista. Claro que con perderlo una vez o con que se nos caiga una vez, ya tenemos un problema. En mi caso, llevo adquiriendo el último modelo de iPhone durante los últimos 14 años. He tenido el iPhone 12 Pro, el iPhone 13 Pro, el iPhone 14 Pro y el iPhone 15 Pro Max. Y por primera vez en mucho tiempo tiene pinta de que esta vez no actualizaré al iPhone 16 Pro Max.
AppleCare+: una inversión inmejorable
Pago AppleCare+ al momento de adquirir cada terminal. Cuesta 299 euros e incluye dos años, pero si lo vendes al cabo de uno, como hago yo, basta una llamada a los de Cupertino para que te devuelvan los 149,50 euros del año de protección que no has utilizado. Haciendo una breve multiplicación —149,50 por 4— sale que, en estos últimos cuatro años, he pagado 598 euros en AppleCare+.
Puede parecer mucho dinero, pero si tenemos en cuenta que en ese periodo de tiempo, Apple ha reemplazado tres veces mi iPhone por roturas irreparables, además de un cambio de pantalla y uno del cristal trasero de mi iPhone 15 Pro Max, ya no parece tanto. A grosso modo, hacer esos cambios por mi cuenta me habría costado unos 1.100 euros por cada uno de los tres reemplazos, unos 400 euros por el cambio de pantalla, y 229 por el cambio de cristal trasero. Unos buenos 4.000 euros.
Si comparamos eso con los 598 euros que he pagado además de las diferentes franquicias de esas reparaciones —99 euros por cada reemplazo, 29 por el cambio de pantalla y otros 29 por el cambio de cristal trasero— la diferencia es demoledora. Pocas inversiones se conocen que proporcionen un retorno de 4.000 euros para un capital inicial de menos de 1.000. Yo, al menos, no conozco ninguno de la que haya sido parte. Puede que mi caso sea algo especial, ya que al fin y al cabo trasteo mucho con los dispositivos que tengo y siempre me compro el último modelo porque es en cierto modo mi trabajo. Esta cuenta que he hecho no aplica a un usuario normal que cambie de teléfono cada 4 años. Pero en mi caso, puedo decir que se trata sin duda de la mejor inversión de mi vida.