Cada año Apple lanza actualizaciones de sus sistemas operativos. No obstante, antes de lanzar las versiones finales, la compañía lanza versiones preliminares, en fase de pruebas, llamadas beta. Si bien se pueden instalar, estas no están pensadas para el gran público en general, ya que son versiones todavía inestables y con muchos errores. Así que en este post vamos a ver el por qué instalar una de estas versiones puede llegar a ser peligroso.
Las betas están enfocadas a la solución de errores
Aunque una beta y una versión final son el mismo sistema operativo, lo cierto es que el enfoque y los usos de cada una son completamente diferentes. Mientras que una versión final de iOS, para el gran público, está pensada para tener el mejor rendimiento posible, sin errores, y que podamos disfrutar de todas las novedades, las versiones beta son más bien, todo lo contrario.
Una versión beta es una fase preliminar. Y no sólo es un término presente en los sistemas de Apple, sino en prácticamente todo el ámbito del software. Al ser versiones en una fase muy temprana, estas no están optimizadas, están llenas de errores y de inestabilidad. Y si queremos tener un rendimiento óptimo, y disfrutar de todo lo nuevo, lo cierto es que es un ensayo de prueba y error.
Si instalas una beta en tu iPhone principal
Hasta hace unos años, las versiones beta de iOS estaban centradas exclusivamente en los desarrolladores. Para descargar una beta de forma oficial era necesario, sí o sí, tener una cuenta de pago de desarrollador de Apple. No obstante, ahora existen las betas públicas. Aunque siguen siendo versiones preliminares, están más pulidas y no dan tantos errores. No obstante, el peligro viene por dos vías:
- Si no somos desarrolladores, o bien, no tenemos un conocimiento muy profundo de cómo funciona iOS.
- Si sólo tenemos un iPhone, como único teléfono principal.
Tener solamente un iPhone, e instalarle una beta, conlleva riesgos. Para empezar, nos exponemos a que algunas aplicaciones no funcionen correctamente hasta que salga la versión final del sistema. Muchas no están optimizadas para fases tan tempranas del sistema, y esto puede ocasionar que el iPhone que antes se manejaba fluido, ahora tarde mucho más en ejecutar la misma acción.
Además de que las aplicaciones que fallen, todo el rendimiento general del iPhone se puede ver afectado. Botones que no responden, comandos que no se ejecutan, bugs en aplicaciones nativas, y así un largo etcétera. Si queremos que nuestro iPhone seas una herramienta segura con la que realizar tareas del día a día, tener una beta instalada lo convierte en un auténtico laboratorio de pruebas. Porque, al final, las betas son pruebas para detectar errores, y que luego el sistema final salga lo mejor posible.
Pero el software del iPhone no es el único que va a pasarlo mal. También está toda la parte del hardware. Un sistema operativo en fase temprana, que no está optimizado y que hace que todo no funcione como toca, puede acabar por producir sobrecalentamientos en el teléfono. Para empezar, el iPhone estará ejecutando más tareas para procesar lo mismo, por lo que acabará por consumir energía. Esto puede afectar directamente a la batería, provocando que esta se consuma mucho más rápido, lo cual hará que su tiempo de degradación sea menor.