Desde el Apple Watch Series 4 en adelante, con excepción del ‘SE’, todos los relojes de Apple cuentan con la capacidad de realizar electrocardiogramas. Es una función muy interesante con la que detectar una posible fibrilación auricular. Ahora bien, ¿hasta qué punto es equivalente a los ECG que se hacen en un hospital? Lo analizamos.
La clave es no tener las mismas derivaciones
Cuando acudes a un centro médico para que te hagan un electrocardiograma, estos se hacen con aparatos que normalmente tienen 12 derivaciones. A más número de estas, mayor y mejor información se obtiene de la actividad eléctrica del corazón. Con el Apple Watch sin embargo solamente se tiene una derivación, que puede ser suficiente ocasionalmente para detectar alguna anomalía, pero no se puede equiparar a la exactitud del instrumento médico.
Aparte está el hecho de que el aparato profesional está orientado a ello, siendo artilugios que cuestan miles de euros y manejados por profesionales cualificados. Un Apple Watch al final, pese a todas sus virtudes, no deja de ser un aparato de electrónica de consumo que no está preparado para recoger e interpretar informes tan complejos.
Por tanto, en cuanto a fiabilidad de los resultados debes saber que un Apple Watch podría no estar detectando una fibrilación real, mientras que un aparato médico sí. De la misma forma que, aunque suela acertar, puede darse la situación de que detecte una anomalía que realmente no exista. Por ello, tal y como recomienda la propia Apple, deberías siempre acudir a un centro de salud ante dolencias o dudas con respecto a estas patologías.
Sucede lo mismo con otras funciones
Como ya sabrás, hay otras funciones de salud en los Apple Watch que pueden ser de mucha utilidad también. Medición del pulso cardíaco, nivel de oxígeno en sangre, detector de caídas… Sin embargo, con todas ellas ocurre un poco lo mismo que con la de los ECG, ya que su fiabilidad no puede compararse a la de los artilugios médicos diseñados para ello.
Eso sí, hay algunas como la medición de pulso cardíaco que funcionan bastante bien y que, pese a que no se puedan equivaler, actúan de una forma muy exacta según se han demostrado en diversas pruebas durante años. Y es que, pese a todo, funciones como estas o la medición de oxígeno en sangre deben contar con la aprobación de diferentes estamentos médicos (de ahí que no estén disponibles en todos los países).