Y a pesar de todo, seguimos admirando a Apple como si no hubiera un mañana
En estos días ha saltado la noticia de cómo Apple ha conseguido perpetuar otro de sus récords: el de ser la compañía más admirada de todas, y por 17º año consecutivo. Todos los logros, avances y dinero que los de Cupertino que los californianos han cosechado, bien merecidos son. Pero este pasado año 2023 ha sido año de polémicas, con decisiones judiciales de por medio, y se han visto obligados a romper prácticas monopolísticas alrededor del globo. Y a pesar de todo, seguimos admirando a Apple como si no hubiera un mañana.
La revista Fortune ha sido la quién ha puesto la guinda encima de la suculenta tarta de manzana, horneada en Cupertino. Diecisiete son los años que Apple se lleva la gloria de ser la compañía más admirada del planeta. Microsoft, este año, ha ocupado el segundo lugar. Amazon, hace lo suyo llevándose el bronce.
Como usuario y profesional, tengo sentimientos encontrados al respecto de este galardón. De cómo, después de todo lo que ha pasado, Apple ha salido invicta y sale glorificada con mantos de Manila.
Al César lo que es del César
No hay que negar todo lo bueno de Apple. Sus productos a nivel físico, el sistema operativo tan bien integrado en un ecosistema conjunto. Herramientas de accesibilidad que permiten que todo tipo de personas puedan acercarse a la tecnología, independientemente del tipo de diversidad funcional que tengan. Relojes que salvan vidas avisando de infartos o rescatando a personas en lugares remotos.
Así, un largo etcétera. También está la parte de los servicios, más fuertemente establecidos en los Estados Unidos, con toda la parte financiera que le facilita la vida a quiénes los usan. Todo esto, está estupendo. Pero, ¿de verdad sabiendo lo que ha pasado, sigue siendo digna de admirar?
Un jarro de agua fría
Lejos de lanzar verdades universales, propongo estas líneas a modo de reflexión. Y más aún, las propongo en base a lo que mis criterios éticos me dicen.
Si nos centramos en la App Store, las comisiones abusivas, el control que ejercen sobre los desarrolladores, todo lo que ha sucedido con las plataformas de pago alternativas, las sanciones que coleccionan por parte de diferentes países por prácticas monopolísticas… Sin desarrolladores, no hay App Store. Y sin App Store, el iPhone es un producto muy bonito. Pero aséptico. ¿En serio no van a tener esto en cuenta?
Y el Apple Watch. ¿Qué decir del Apple Watch que ya no sepamos? ¡Un juez tuvo que paralizar las ventas! A la todopoderosa Apple la han pillado con el carrito del helado, infringiendo patentes de forma sistemática y consciente. Y ya lo sabían ellos, pues tenían una actualización que capaba el medidor de O2 en sangre desde octubre del 2023.
No es retrotraer cosas, ni crear odio de forma infundada. Es más, casi que me tomo este artículo como un lamento por parte de un usuario al que le han despertado de un sueño precioso, en mitad de la madrugada, con un jarro de agua fría. Una compañía que en su día yo mismo admiraba, y que después de haber visto lo que ha pasado (y lo que puede estar por llegar y todavía ni sabemos), yo soy el primero que piensa: ¿En serio?
En su día me habría alegrado. Muchísimo. Pero después de ver lo que han hecho, sinceramente me pregunto que dónde está toda esa aura de magia y de luz y de color que nos prometieron. ¿Admiración? Por mi parte, ya no como antes.