Como ya he comentado en alguna que otra ocasión, hace varios meses que adquirí el Samsung M8 para renovar mi monitor anterior con el objetivo de poder contad con un monitor profesional para trabajar en esta redacción a la par que realizo mis proyectos 3D. Siete meses después de su compra, ¿me arrepiento esta combinación? Os lo cuento todo en este artículo.
¿Por qué elegí este monitor?
Quizás la pregunta que más impacte entre todos los lectores de esta noticia, como un amante de todo el ecosistema Apple, ha adquirido un producto de Samsung, dos empresas que siempre han tenido una aparente rivalidad y que más de una vez se han visto envueltas en juicios por temas de patentes o tecnología. Sin embargo, mi idea inicial era adquirir el Studio Display de Apple, un monitor que literalmente vale el doble que este y que, a pesar de que sus diferencias son notorias, no justifican los 1,700 euros frente a un monitor que no llegaba a 700 euros en su día.
La otra opción, era monitor de Huawei, un monitor que lo tenía mi compañero Javi Zaldivar, pero su diseño no me terminaba de convencer, ya que tenía un diseño demasiado cuadrangular y yo buscaba un monitor más rectangular, más parecido al diseño del Studio Display.
Finalmente, su precio, su diseño y la posibilidad de poder financiarlo hicieron una compra perfecta para un equipo que, estamos hablando de una empresa como Samsung, uno de los grandes líderes en el sector de monitores para profesionales.
Problemas que he detectado en este monitor
Hay cosillas que me han llamado la atención, aunque conforme hayan pasado los meses me he adaptado a ellas, pero no significa que ya no sean un problema. En primer lugar, es la fuente de alimentación, una fuente de alimentación que me recuerda a los ordenadores antiguos y que pesa casi igual que mi Mac mini, una barbaridad que hace que mi estudio pierda completamente la estética minimalista. Tampoco podemos olvidar que los botones de subir o bajar brillo, subir volumen o bajar volumen, que te obliga a tener siempre el mando del Samsung cerca de ti o, tirar de los AirPods de Apple. En ese sentido, si considero que aunque sean tonterías o asuntos menores, hace que la experiencia de usuario no sea buena.
Ahora bien, quizás el problema más grave lo he tenido con la cámara, la cual, requiere un proceso de conexión un tanto «extraño» para poder conectarla, así como tener el wifi en el propio monitor. Al principio, conecté el Mac mini con mi monitor a través de un cable HDMI, pero con esta conexión no es suficiente, y necesitaría una conexión de USB-C a USB-C, ¿Por qué no indica Samsung esta incompatibilidad? Luego, la configuración de la cámara también es bastante mala, ya que, muchas veces te pide que te conectes a Google Meet o te genera enlaces predeterminados como un entreno donde quieres enfocar la cámara. Es una cosa que yo me quedé de piedra en el momento que lo vi por primera vez.
¿Me arrepiento de la compra?
La verdad es que no, era consciente de sus limitaciones, pero la calidad visual que ofrece este monitor está fuera de toda duda. Eso sí, quizás me ha parecido bastante complejo el proceso de configuración de la cámara y sobre todo, hay veces que, te saltan mensajes típicos «su monitor se apagará en 30s» cuando realmente lo estás utilizando y tienes que echar mano a tu mando.
Son errores que afecten directamente a la experiencia de usuario y que, al fin de cuentas, son errores de software, pero que, por su precio y lo bien que me he adaptado a él, incluso aunque pudiera permitirlo, no me compraría el Studio Display, porque a pesar de sus desventajas, es un equipo con el que me siento muy bien y que, puedo decir sin temor a equivocarme que es una de las grandes alternativas al Studio Display de Apple para Mac mini o cualquier MacBook.