El que fuese uno de los fundadores de Apple y mítico CEO fallecido en 2011, Steve Jobs, es uno de los personajes más relevantes de nuestra historia moderna y más en concreto del sector tecnológico y de la compañía de la manzana. Alrededor de su figura hay numerosas anécdotas, curiosidades y leyendas. Una de las que quizás más interés despierten es la de que ahogó en una pecera el primer iPod que, si no has oído nunca nada al respecto, debemos decirte que tiene su razón de peso (literalmente).
Fue en 2011, un día después de su fallecimiento, cuando se dio a conocer esta anécdota de la mano del conocido periodista David W. Brown (The Atlantic, The New York Times…). En aquella ocasión, W. Brown afirmó conocer esta historia de primera mano gracias a un exempleado de la compañía de Cupertino, con quien departió acerca de la figura de Steve Jobs. Obviamente no vamos a venir ahora a desmentirle 11 años después, pero como todo lo que gira alrededor del genio de suéter y vaqueros, existe una delgada una línea entre la leyenda y la realidad.
El primer y fallido prototipo de iPod
No sé sabe exactamente en qué momento se produjo esta historia, pero si tenemos en cuenta que gira alrededor de uno de los primeros prototipos del iPod y que este no fue presentado hasta octubre de 2001, podemos intuir que se trata de algo sucedido a inicios de este siglo XXI. Lo interesante viene con el contexto y es cuando varios de los ingenieros dedicados al desarrollo de este dispositivo acudió con un pseudo prototipo final de iPod al despacho de Jobs.
Steve, tal y como relató W. Brown, tomó ese prototipo en sus manos, lo estuvo toqueteando y lo observo durante no mucho tiempo. Enseguida emitió una señal verbal de rechazo. Los trabajadores, atónitos, eran testigos del enfado del boss y no podían creerlo después de tanto tiempo de trabajo hasta llegar a lo que ellos consideraban la obra final.
«Aquí sigue habiendo espacio»
Jobs, lejos de dar una explicación del enfado como haríamos cualquier otro en una situación similar, tomó el prototipo en su mano y se acercó a un acuario que había en la sala y, sin miramiento alguno, lo tiró y dejó que se sumergiese. Dirigiéndose a los ingenieros, señaló hacia la pecera y dijo:
«Esas son burbujas de aire […] Eso significa que hay espacio ahí dentro. Hacedlo más pequeño».
El CEO de la compañía pretendía de esta forma tan curiosa señalar un error que, a su juicio y al de muchos, era bastante relevante. La filosofía de «cuánto más pequeño, simple y minimalista mejor» se aplicaba perfectamente a la situación y es que Jobs entendía que si había espacio en el interior del dispositivo significaba que se podía reducir todavía más su tamaño global. Y, aunque han trascendido algunos prototipos, no se sabe con certeza cuál sería. Sea como fuere, sabemos que a la postre acabó siendo un dispositivo que enamoró tanto a Jobs como a millones de personas en todo el mundo.
¿Era una pecera con pirañas?
Precisamente entorno a esto recordamos una historia que, en este caso al menos, tiene más pinta de ser mito que realidad. Y es que se dice que Jobs tenía en su despacho un acuario con pirañas. Dado lo relacionada que esta esa presunta leyenda con este hecho del iPod, hay quién cree que se trata del mismo elemento y que el reproductor musical yació junto a estos carnívoros peces.
No podemos desmentirlo, pero tampoco confirmarlo. En cualquier caso, queda claro que el que fuese el dispositivo más revolucionario de Apple a inicios de los 2000 y a la postre el salvador de la compañía, debió pasar por innumerables pruebas y prototipos hasta dar con el modelo idóneo que convenciese al bueno de Jobs.