¿Cuántas veces hemos oído que ya están aquí las baterías del futuro? Determinadas empresas lanzan patentes o productos que prometen revolucionar uno de los componentes clave en la industria, pero, conforme van pasando los años, las verdaderas innovaciones están en el software y no en el hardware de las mismas, y se mantienen los mismos problemas estructurales de años atrás. Hoy en este post vamos a ver cuáles son las mentiras de las baterías del futuro.
Las baterías de los coches eléctricos
La innovación que se va a producir en la batería de los terminales tiene mucho que ver con la evolución y el desarrollo que adquieran los vehículos eléctricos en los próximos años. De hecho, comparten algunas tecnologías en el desarrollo, a pesar de que, obviamente, las baterías de los coches eléctricos son más complejas, caras y grandes.
Las empresas más grandes del mundo que fabrican baterías, como Samsung o LG, desarrollan baterías tanto para coches eléctricos como para smartphones.
Los problemas que tiene la batería de los smartphones se repiten en los coches eléctricos, y uno de ellos es el litio, el oro blanco del siglo XXI, del que puede obtener unos beneficios similares a las monarquías del golfo pérsico.
En este sentido, la batería de iones de litio es una tecnología que está muy madura a día de hoy, aunque evidentemente sigue en constante desarrollo. Igualmente, estas baterías tienen el mismo funcionamiento “clásico” es decir, ánodos y cátodos.
Tecnologías poco compactas
Uno de los problemas que tienen las baterías es que sus tecnologías son poco compactas y, a menor compactación, mayor pérdida de energía y rendimiento.
Por tanto, uno de los problemas que nos encontramos de las baterías es su falta de compactación y su posibilidad de reemplazarse de forma sencilla. Sin embargo, la tecnología ha ido avanzando, y parece que sin abandonar el litio, las baterías de titanio aire o silicio aire son las baterías que podrían almacenar los coches y los móviles. Ahora bien, estas celdas están en desarrollo y de momento son baterías que, hasta que no se testen en circunstancias reales, no podemos considerar que sean las baterías del futuro.
Baterías de silicio y carbono
Las baterías bajo esta tecnología se están empezando a utilizar ya en algunos dispositivos y es una de las tecnologías que más están avanzando en los últimos años.
La empresa china Honor ha sido una de las primeras empresas de telefonía que las ha implantado en sus dispositivos dentro de China. Dentro del gigante asiático, la batería tiene una duración de 12.8% más que la batería que se vende en el resto de países, que tiene una autonomía de 5450 miliamperios. Las celdas de este tipo son más baratas de producir, fáciles de fabricar, ofrecen mayor seguridad, menor calor, más vida útil, carga más estable, menor tamaño y mayor densidad.
El gran salto se dará cuando dicha tecnología se implante también en los coches eléctricos, porque podrá desarrollarse de forma mucho más rápida y para diferentes procesos de producción, lo que beneficiará a los usuarios.
Ahora bien, ¿por qué estamos nombrando todo el tiempo a los coches eléctricos? La respuesta la tiene la empresa nipona Toyota, una de las empresas más innovadoras de los últimos años.
Toyota, tecnología de vanguardia
La firma japonesa ha conseguido desarrollar un sistema de baterías denominado SSB, es decir, baterías de estado sólido donde todos sus componentes son sólidos. Estas baterías, al contrario de las de litio, son mucho más estables y seguras, ya que no pueden estallar en caso de accidente.
El problema de estas baterías es su complejidad a la hora de producción en masa y que sus costes de producción sean asequibles. Aquí es donde está el problema de las “baterías del futuro de los smartphones”, que son increíbles y revolucionarias, pero son muy, muy caras.
En definitiva, a día de hoy la batería del futuro no existe y solo hay test y pruebas, sin que nada se haya estandarizado ni implantado. Muchas patentes, muchas demostraciones y pocos resultados.